Hace ya mucho tiempo, pocos días después de mi Iniciación, previo a la Tenida de Aniversario del Taller, sentado en
un rincón del Templo, mirando el símbolo sagrado ubicado en el centro
de éste, divise a un triste y anciano Maestro Masón que en un rincón del Templo, tristemente lloraba.
Extrañas
lágrimas escurrían por su rostro, mi curiosidad me llevó a contarlas; fueron siete lágrimas. Con
ganas de conocer la causa de su desazón, me aproximé y lo interrogué, ¿Maestro, cual es la causa de vuestro visible dolor?
Tan
distinguido Maestro suavemente me respondió, ¿QH. Aprendiz ¿Estás viendo a los
HH. que entran y salen?, las lágrimas que contaste están dedicadas a algunos de
ellos.
La Primera lagrima, es por esos
indiferentes, que no valoran la historia, la espiritualidad, el esoterismo, la
liturgia, ni el ritual, y vienen en busca de distracción, para luego salir
ironizando aquello que sus mentes ofuscadas no pueden concebir.
La Segunda lagrima, me la arrancan esos
eternos inseguros que pretenden creer que desacreditando a los Maestros Fieles
y Verdaderos lograrán alcanzar aquello que sus propios méritos le niegan.
La Tercera lagrima, la derramo por los
malos HH., aquellos que solamente asisten a la Logia para promover la discordia
entre sus iguales”. Rogando a Dios por ello, e invitarlos sutilmente a vivir la
praxis de la reflexión, para que eviten las especulaciones, los juicios a
priori y los mezquinos beneficios personales.
La Cuarta lagrima, es por esos HH. fríos, calculadores, egoístas que, sabiendo
que existe una Fuerza Espiritual, procuran beneficiarse de ella y no conocen la
palabra Amor.
La Quinta lágrima, es por los lobos
con piel de oveja que llegan con una sonrisa a flor de los labios, pero si
pudiéramos ver su ser interior, tienen escrito en sus corazones: Yo creo en el
Gran Arquitecto del Universo, en la Orden y en mis HH. ¡…pero sólo si estos
sirven a mis propósitos!.
La
Sexta lágrima,
es por aquellos pequeños e insignificantes seres humanos, que vienen a la
logia, buscando acercamientos para cobijarse, pero sus actos reflejan un
interés personal.
La Séptima lágrima, mi amado Q.H. Aprendiz, es
la más grande y desliza pesadamente por mi rostro, ésta ha sido mi última
lágrima, derramada por mí propia pena de no haber sido capaz de enseñarle a mis
QQ.HH. que existe el respeto y que existen HH. necesitados de caridad, de
trato fraterno, de ayuda material y por sobre todo de amparo espiritual.
Adaptación de COLORADO RUIZ